Como no sucedía ni en las peores épocas donde ir a ver a Racing era casí un tránsito peregrino digno de un sacerdocio los dirigidos por Coudet cayeron aplastados ante River Plate por 6 a 1 en una derrota dificil de digerir.
Tan sólo una estrella fugaz fue la ventaja racinguista en el score provocada unicamente por dos hechos poco frecuentes fusionados en un sólo instante: Una deficiente marca de Montiel, quién es uno de los mejores marcadores de punta del medio local, que perdió infantilmente una pelota ante una inusual incursión trascendente de Soto en ataque que además la finalizó de manera efectiva, cediendo para Lisandro López que, con su habitual maestría, dejó pasar el balón para que Solari definiera con sobriedad. Hasta ahí el "veranito" que ofreció el match para Racing que ya había sido "avisado" desde el minuto inicial que River iba a tener una noche muy punzante cuando en el arranque del juego ya había inquietado a Arias en un par de claras ocasiones.
Lo que vino a continuación, con el valor agregado de la inapelable expulsión de un pilar como Sigali, fue absolutamente todo de River: Posesión, dominio del campo, del juego y de lo psicológico, todo, absolutamente todo era del elenco "millonario" que no hizo mas que plasmar en la red, en menos de tres minutos, una supremacía evidenciada en la idea de juego desde mucho antes.
Racing fue sólo partener. Solo acompañó absorto e impotente, incapaz de ensayar un atisbo de reacción ante un verdadero vendabal que proporcionó el equipo riverplatense con una voraz idea ofensiva, basada en una tenencia trascendente y una permanente elaboración de juego con un trato amoroso de balón.
Como alguna vez se le escuchó decir, en una charla técnica, previo a un juego ante Peñarol y en el medio del field del Estadio Centenario de Montevideo, a Juan Ramón Carrasco: "A la pelota hay que seducirla y se irá con nosotros" y eso fue precisamente lo que, por lo menos en el juego ante Racing, hizo el equipo de Gallardo. Tuvo un profundo amor por la pelota, a la que no sólo no soltó jamás sino que además cuando la tuvo la trató con exquisitez y la utilizó para ser impiadosamente ofensivo.
Como se viene sosteniendo desde estas líneas, Racing ha perdido idea clara de lo que pretende. Lo poco que le iba quedando, en lo que refiere a enjundia ofensiva y reacciones individuales que desnivelaban, se ha ido esfumando hasta casi no tenerlo mas. Ya ni aquellas jugadas de pelota parada que marcaron el inicio del ciclo de "Chacho" hoy pueden tenerse como una esperanza para lastimar al equipo antagónico. Y como si fuera poco parece haber perdido, el entrenador racinguista, esa justeza que mostraba a la hora de elegir futbolistas para reforzar el plantel. En esta ocasión no solamente no parece haber acertado, por lo menos en lo mostrado hasta ahora, con los jugadores que hizo traer sino que además cuesta encontrar explicaciones en algunos que prefirió que emigren para traer otros, en el mismo puesto, que no parecen, por características ni cualidades, superar a los que ya no están.
En otras circunstancias este era un resultado de fin de ciclo. Sólo el campeonato logrado hace pocos meses y la "espalda" que esto genera sostiene al entrenador y ni siquiera se piensa en que su piso tiemble pero, no solamente por el resultado de este juego, la realidad ya venía marcando una merma de ideas cada vez mas notoria que, sumada a este tanteador catástrofe, en la reflexión posterior surge el preocupante enigma de si, en verdad, a Coudet le quedan argumentos para doblegar la situación y para que, con fundamentos tácticos solventes, pueda levantar el ánimo a este plantel que acaba de recibir un golpe de KO.
La compleja visita a Santiago del Estero será importante pero la semana previa es vital. Allí el orientador táctico racinguista deberá ofrecer variantes futbolísticas y anímicas o la barranca abajo comenzará de forma inevitable.
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